miércoles, 30 de abril de 2008

ENTENDIENDO EL CONCEPTO DE CLUSTER:
Existe una diversidad de opiniones en cuanto a qué se debe entender por cluster. De hecho, algunos autores califican el concepto como “caótico”, por cuanto su excesiva amplitud y elasticidad permite que prácticamente se pueda aplicar a cualquier grupo de industrias con determinada interrelación. Ello, en parte, es consecuencia de la diversidad de corrientes económicas que explican el surgimiento de estas agrupaciones (véase Figura 1). Entre las teorías que tratan de explicar el surgimiento de clusters están: la teoría de la localización y la geografía económica; la teoría de los eslabonamientos hacia atrás y hacia delante; la teoría de la interacción de los distritos industriales; la teoría de las ventajas competitivas de Michael Porter; y la teoría del crecimiento económico a partir de bienes de amplio consumo. Todas ellas adelantan hipótesis acerca de las causas de la emergencia de clusters y, en definitiva, comparten la noción de que la competitividad de cada empresa se fortalece por la competitividad del conjunto de empresas que forman la agrupación. Es decir, que se establece una sinergia entre las firmas que componen el cluster, que se atribuye a las externalidades, las economías de aglomeración, los derrames tecnológicos y las innovaciones que emergen de la interacción sistemática de estas firmas.

¿QUE ES UN CLUSTERS?

Se entiende por cluster una concentración geográfica y/o sectorial de empresas en las mismas actividades o en actividades estrechamente relacionadas, con importantes y cumulativas economías externas, de aglomeración y especialización -de productores, proveedores y mano de obra especializada, de servicios anexos específicos al sector- con la posibilidad de acción conjunta en búsqueda de eficiencia colectiva. Los clusters han sido el foco de atención de las investigaciones de países avanzados en el último tiempo, especialmente en las Nuevas Corrientes Económicas (Krugman), Economía de Negocios (Porter), Ciencias Regionales y Estudios de Innovación (Braczyk, Cooke y Heidenreich). Ellos comparten una visión de las empresas como entidades conectadas y ponen énfasis sobre los factores locales para competir en mercados globales. Investigaciones sobre clusters en países desarrollados también comparten esta visión, pero con una trayectoria distinta: que crece fuera del debate de la industria a pequeña escala. Esta última fue la línea de investigación a finales de los años 80’s, y se mantuvo viva más por defecto de las grandes empresas en la creación de empleo, que por nuevas teorías o propuestas de política. Ya en su libro “Principios de Economía”, Marshall (1920) mostró por qué los clusters podrían ayudar a las empresas (especialmente las pequeñas) a competir. Él notó que la aglomeración de firmas relacionadas en actividades similares (o relativamente similares) generaba una serie de economías externas localizadas, las cuales bajaban los costos de los productores participantes del cluster. Semejantes ventajas incluían una gama de trabajadores especializados, fácil acceso a proveedores de bienes y servicios especializados y una rápida propagación de nuevos conocimientos. Tales economías externas ayudan a explicar el crecimiento industrial contemporáneo. Además de las economías externas incidentales, existe un esfuerzo deliberado en el trabajo, llamado “la consciente persecución de la acción colectiva”. Esto es lo que emerge de la investigación sobre clusters industriales en países avanzados y desarrollados (Brusco, 1990; Cooke y Morgan, 1998; Humphrey y Schmitz, 1998; Rabellotti, 1997; Tendler y Amorim, 1996). En su trabajo, Nadvi y Schmitz (1995) llevaron los efectos incidentales y deliberados hacia un concepto de eficiencia colectiva, definida como la ventaja competitiva derivada de las economías externas y la acción colectiva. Al llamar al primero eficiencia colectiva pasiva y a la siguiente eficiencia colectiva activa, uno puede expresar claramente que un clusters trae dos ventajas; a aquellos que caen en el regazo del productor y a aquellos que requieren de esfuerzo colectivo. Ellos además sugirieron que la pareja de componentes activos y pasivos, ayudan a hacer teoría y a explicar diferencias en rendimiento.

¿Por qué se forman los clusters? Enfoques :

a) La teoría de localización y de geografía económica.

La teoría de localización y de geografía económica trata de explicar por qué actividades suelen concentrarse en ciertas áreas y no se distribuyen en forma aleatoria. Es conocido el énfasis de este enfoque en el peso relativo del costo de transporte en el costo final –lo que explica por qué algunas actividades se ubican preferentemente cerca de los recursos naturales, mientras que otras se localizan cerca de los mercados que van a abastecer y además existen otras que pueden establecerse en cualquier lugar. Menos conocido, más de creciente importancia, es el énfasis de este enfoque en esas interdependencias entre la materia prima y el producto procesado, así como los subproductos que hacen más fácil la coordinación de estos flujos en una sola ubicación. Ello es el caso, por ejemplo, en las empresas productoras de acero y de siderurgia, pues hay tal interdependencia que induce a la integración vertical de estas producciones. Cosa similar sucede cuando una misma actividad (por ejemplo, la ganadería) tiene varios subproductos en forma simultánea (por ejemplo: carne fresca, productos industriales y fertilizante) Asimismo, en la medida que muchas actividades de procesamiento gozan de importantes economías de escala, especialmente cuando se trata de procesos complejos, estas tenderán a instalarse en el país de origen sólo si está próximo a importantes mercados regionales. Finalmente, un aspecto crítico de localización, cuando se refiere a la extracción de recursos naturales, es la claridad, transparencia y tradición de la legislación referente a derechos de propiedad y la estabilidad y competitividad de la legislación tributaria. En efecto, inversiones con altos costos hundidos y largos períodos de maduración requieren de seguridad y transparencia en el trato, con mínimo riesgo de cambios con retroactividad.


b) Los encadenamientos hacia atrás y hacia delante de Hirschman.

Los encadenamientos hacia atrás y hacia delante de Hirschman procuran demostrar cómo y cuándo la producción de un sector es suficiente para satisfacer el umbral mínimo o escala mínima necesaria para hacer atractiva la inversión en otro sector que éste abastece (encadenamiento hacia atrás) o procesa (encadenamiento hacia delante). Por cierto, toda actividad está encadenada con otras. Estos encadenamientos adquieren significancia cuando su existencia posibilita que una inversión se realice o no. Es la posible discontinuidad en el impacto de tal decisión de inversión que es decisiva, pues entonces, la realización de una inversión hace rentable la realización de una segunda inversión y viceversa. Y en tal situación, la toma de decisiones en forma coordinada asegura la rentabilidad de cada una de las inversiones. Los encadenamientos “hacia atrás” dependen tanto de factores de demanda (la demanda derivada de insumos y factores) como de su relación con factores tecnológicos productivos (el tamaño óptimo de planta). Asimismo, el desarrollo de los encadenamientos “hacia adelante” depende en forma importante de la similitud tecnológica entre la actividad extractiva y la de procesamiento. Mientras más similares son éstas, mayor el aprendizaje y más fuerte el impulso hacia delante; mientras mayor la distancia tecnológica entre estas actividades, menor el aprendizaje y menor el impulso. El desarrollo de los encadenamientos hacia delante no sólo diversificaría la producción sino que podría ser sumamente rentable.

c) La teoría de interacción y “distritos industriales”

La teoría de interacción pretende explicar las condiciones más propicias para que haya aprendizaje en base a la interacción, lo que según este enfoque, explicaría el éxito de los llamados “distritos industriales” de muchas regiones de Italia, Alemania y otras de América Latina. La interacción da lugar a “juegos repetitivos” que elevan la confianza y reducen, por ende, los costos de transacción y de coordinación. Asimismo, la interacción acelera la difusión de conocimiento e innovación, lo que es un bien “social” internalizado por el conjunto de empresas en el “distrito”. En efecto, la interacción intensa en una localidad genera “spillovers tecnológicos”, economías externas y de escala para el conjunto de empresas en el distrito que no podrían ser internalizadas, de estar cada una interactuando a gran distancia.


d) El modelo de Michael Porter.

El modelo de Michael Porter sostiene que la diversidad e intensidad de relaciones funcionales entre empresas explican la formación de un cluster y su grado de madurez. Estas relaciones se refieren a los cuatro puntos del “diamante”, es decir, relaciones de competencia entre empresas de la misma actividad, las relaciones con sus proveedores, con actividades de apoyo, con productores de insumos complementarios y con proveedores de insumos y factores especializados. Por cierto, en el análisis de Porter los clusters se dan tanto en torno a los recursos naturales, así como en torno a actividades basadas en el aprendizaje y conocimiento.

Todas las hipótesis anteriormente mencionadas acerca de la formación de clusters tienen en común la noción de que la competitividad de cada empresa es potenciada por la competitividad del conjunto de empresas y actividades que conforman el complejo o cluster al cual pertenecen. En efecto, esa mayor competitividad deriva de importantes externalidades, economías de aglomeración, “spillovers” tecnológicos e innovaciones que surgen de la intensa y repetida interacción entre las empresas y actividades que conforman el cluster. Las distintas empresas y actividades que constituyen el cluster se refuerzan mutuamente. La información fluye casi sin estorbo, los costos de transacción son menores, nuevas oportunidades son percibidas antes y las innovaciones se difunden rápidamente a lo largo de la red. Hay fuerte competencia en precio, calidad y variedad. Ésta da lugar a nuevos negocios, fortalece la rivalidad entre empresas y contribuye a mantener la diversidad. Además surge la cooperación pre-competitiva entre empresas y la cooperación competitiva luego. Más aún, una vez constituido el cluster se facilita la cooperación activa y consciente de sus miembros en pos de una mayor eficiencia productiva, lo que refuerza y hace cumulativas las externalidades iniciales. Se facilita la colaboración entre empresas para abrir nuevos mercados, desarrollar nuevos productos, compartir equipos, financiar programas de formación de mano de obra, entre otras.

Figura 1. Escuelas teóricas que influyen en la teoría económica de los clusters.

Fuente: Dahl (2001), citado por Navarro (2003).

En cambio, otro grupo de autores, si bien aceptan que las diferentes corrientes a partir de las que se ha desarrollado el concepto de cluster dificultan presentarlo de una manera universalmente aceptada, abogan por él en el sentido de que permite un enfoque de política económica que ayuda a circunvalar las fallas del mercado. Estos autores enfatizan en la identificación de siete elementos claves en los clusters: concentración geográfica, el núcleo y especialización definitoria, los actores, dinámica y encadenamientos, masa crítica, ciclo de vida e innovación (véase el cuadro 1). Aunque estos elementos no necesariamente tienen que estar presentes en cada cluster específico.

De otra parte, la creciente atención que ha adquirido el tema de los clusters radica también en:

i) el incremento de la importancia ubicación geográfica de la producción industrial;

ii) la formación de clusters tiende a reflejar un enfoque de desarrollo más integral, que presupone incluir las dimensiones social, política y cultural. Asimismo, la idea de cluster no sólo indica un mecanismo de política económica o un instrumento de promoción empresarial, sino también un modelo específico de desarrollo en que se articulan las ventajas y potencialidades existentes en los ámbitos locales o regionales. Se articulan las ventajas y potencialidades existentes en los ámbitos locales o regionales. La relevancia adquirida por el tema de la ubicación geográfica de la producción industrial, en opinión de Meyer-Stamper (1999: 3), está relacionada también con la posibilidad de obtener un grupo de “ventajas activas y pasivas”, las cuales determinan que la formación de clusters ofrezca la posibilidad de potenciar la creación de ventajas competitivas (véase el cuadro 2).


CUADRO 1

Entre los temas más controversiales que se vinculan con la formación de los clusters destacan dos en particular: la pertinencia o no de su formación planificada y qué papel debe desempeñar el estado en este proceso. Con relación al primer aspecto, cabe destacar que existe un consenso bastante generalizado de que el surgimiento de esta modalidad de agrupamiento empresarial puede responder o no a un proyecto planificado a priori. Según Hurtienne y Messner (1999: 57) los clusters se pueden formar sin planificación; aunque también se pueden planificar configurando conscientemente el entorno empresarial mediante la cooperación de empresas y/o instituciones. No obstante, los clusters planificados tienen limitaciones en estimular el despliegue de las ventajas competitivas, en ese sentido se pueden clasificar en modelos de organización “paternalistas” y/o “participativos”. Por su parte, Ameri y Narodowski (2001: 3) consideran que si bien los clusters difícilmente puedan ser completamente planificables, tampoco hay experiencias positivas sin el estado, o con el estado en contra. Por consiguiente, se requiere lograr un complejo proceso de equilibrio entre las iniciativas espontáneas y las acciones que resulta necesario planificar. En una perspectiva diferente, Callejón (2003: 15) opina que los clusters surgen como resultado del efecto acumulativo que se produce fruto de la inversión en capital humano (de manera especial en trabajo altamente calificado), del fortalecimiento de la capacidad de gestión empresarial y de formación de un mercado. En este contexto “la suerte” juega un determinado papel en el despegue de un cluster. En cualquier variante, la formación del cluster requiere de la ejecución de un grupo de acciones coordinadas y la valoración de ciertas condicionantes que, de hecho, tienden a aminorar la importancia relativa que puede tener el azar. De igual forma, La propia lógica secuencial que debe seguir la formación del cluster confirma esta apreciación, en tanto este proceso debe seguir de un modo u otro los siguientes pasos:

i) el análisis del sector;

ii) la evaluación y selección de empresas, particularmente en lo relativo a capacidades y recursos;

iii) la clasificación de las empresas con potencial de participación según nivel de rentabilidad, flexibilidad y sostenibilidad;

ijjj) la elaboración de planes de desarrollo empresarial;

v) el diseño de proyectos destinados a facilitar la integración o el agrupamiento.

En complemento a esta secuencia adquiere creciente importancia la instrumentación adecuada de diferentes políticas públicas, en particular las políticas relativas a infraestructuras, capital humano y difusión tecnológica, las cuales deben desempeñar un papel fundamental en el sostenimiento de los clusters establecidos e incluso en el fomento nuevos agrupamientos. Con independencia del papel que deben desempeñar las referidas políticas públicas, Hurtienne y Messner (1999: 58) consideran que el desarrollo de ventajas competitivas depende básicamente de la capacidad de modernización de las empresas, aspecto este que no puede reemplazarse por las instituciones públicas (estatales), a pesar de su rol en la creación de un ambiente favorable para el funcionamiento de las empresas. Sin embargo, las referidas instituciones no pueden generar estructuras competitivas. El carácter controversial del alcance y papel del estado en el proceso de formación y desarrollo de los clusters, adquirió su mayor relevancia en el empalme de los años ochenta y noventa, período en el cual se produjo el mayor cuestionamiento a la intervención estatal en la economía, proceso este que estuvo en correspondencia con:

i) la instrumentación del neoliberalismo como soporte conceptual del diseño de la política económica en los países subdesarrollados;

ii) el fracaso del modelo socialista en Europa Oriental;

iii) la crítica a ultranza de la importancia de diseñar políticas industriales.

Sin embargo, a pesar de las diferencias que subyacen entre de los diferentes criterios indicados con anterioridad, se puede afirmar que los clusters sí operan en la práctica como un mecanismo de política económica y pueden constituir parte consustancial del diseño de políticas industriales, entendidas estas políticas como aquellas acciones gubernamentales dirigidas a promover el desarrollo industrial. La intervención estatal es parte consustancial de la creación de los clusters, quizás con mayor fuerza en los países subdesarrollados. La problemática de los clusters se relaciona también con el desarrollo de las tecnologías de la informática y las comunicaciones, las cuales propiciaron la aparición de procesos ínter organizacionales que tendieron a redefinir las vinculaciones entre las empresas, al tiempo que adquirió mayor importancia la calidad de los eslabonamientos y/o encadenamientos productivos y tecnológicos. Asimismo, se produce la pérdida de importancia relativa de la relación entre el tamaño de la planta y la dimensión del mercado.

Desde otra perspectiva Andersson y colaboradores (2004: 26-27) enfatizan que la penetración de empresas transnacionales también contribuye a la transferencia de habilidades y tecnologías, decisivas para la formación de clusters locales. En la medida en que los mercados se globalizan, pero la fuerza de trabajo está básicamente atada a una localidad, los clusters se pueden concebir como “nodos locales” en redes globales, de modo que diferentes clusters se pueden conectar en una cadena global de valor. Estos autores ponen como ejemplo una cadena global de la industria automotriz, compuesta por diferentes nodos especializados en determinados segmentos de la cadena: un cluster de diseño de autos en Suecia, un cluster de manufactura de autos en China, un cluster “matriz” y de investigación-desarrollo en EE. UU., un cluster de ventas y ensamblaje en Brasil, un cluster financiero en Londres (véase la figura 2).

Figura 2. Cadena global de clusters: el caso de la industria automotriz.

Fuente: Andersson y colaboradores (2004: 28).

Esta investigación adoptará este criterio a los efectos de ajustarlo al objeto de análisis general, es decir, el referirse a cluster con un criterio regional (local o nacional), y de referirse a cadena global de valor cuando se trate de vínculos Transnacionales. En similar dirección es posible utilizar el concepto de cluster aplicado por Ramos (1998), en la que lo define como una concentración sectorial y/o geográfica de empresas involucradas en la misma actividad, o en actividades muy relacionadas, que presenta economías externas sustanciales de aglomeración y especialización y que es capaz de concertar acciones para lograr eficiencia colectiva. En su trabajo sobre los clusters productivos basados en recursos naturales, Ramos analiza la presencia de este tipo de conglomerados en los países actualmente desarrollados28 y pone de relieve las fases por las que debe transitar esta formación para garantizar el avance económico de un país y llegar a constituirse en un cluster maduro (véase el cuadro 3).

CUADRO 3

Cuadro 3. Desarrollo de un cluster productivo.

Un cluster maduro es aquel que más allá de la exportación del recurso natural que le da origen, logra profundizar en el tejido productivo de forma tal que hace a la economía cada vez más estable, menos vulnerable y también menos dependiente del propio recurso natural: a través de la incursión en exportaciones de bienes cada vez más variados y complejos y de servicios relacionados con la base material del cluster. Para expresarlo con las palabras de Ramos (1998: 112), un cluster maduro es: “...uno capaz de mantener su competitividad no sólo a través de sus ventajas comparativas naturales, sino crecientemente a través del mejoramiento continuo de su productividad. Sin la acumulación constante de progreso tecnológico, la evolución del cluster se frena y se limitará a las puras rentas de la fase extractiva.” Ramos analiza también algunos clusters basados en recursos naturales que emergen en la actualidad en los países subdesarrollados. Entre ellos y con base agropecuaria se encuentran: el de semillas oleaginosas en Argentina, y el de productos forestales en Brasil, Chile, Malasia e Indonesia.

Finalmente Ramos (1998: 123-125) discute la posibilidad de acelerar el desarrollo económico a través de la formación de clusters de este tipo y la función que en ello le toca a la política económica de cada país. En este sentido sugiere como posibles medidas para las aglomeraciones que ya se han formado espontáneamente: identificar el potencial de desarrollo en las actividades proveedoras de insumos y de maquinaria, en actividades de procesamiento cada vez más complejas y en los servicios relacionados; identificar las actividades del cluster que precisan de inversión extranjera, ya sea por la complejidad tecnológica, por el necesario acceso al mercado o por la magnitud de los recursos involucrados, y aconseja ser selectivos en cuanto al tipo de compañías extranjeras a las que se permite acceso a los recursos naturales del país, teniendo en cuenta para esta selección su posicionamiento en el mercado y experiencia, como posibles activos a incorporar; identificar las tecnologías claves para desarrollar el cluster y promover la maestría local y la actualización sistemática de dichas tecnologías mediante políticas selectivas de promoción de la investigación y el desarrollo; identificar las necesidades de infraestructura del cluster a corto, mediano y largo plazos, especialmente en lo que concierne a infraestructura física, científica, tecnológica y de recursos humanos. Ciertamente, las recomendaciones realizadas por Ramos sirvieron de punto de partida para evaluar las potencialidades existentes para el fomento de clusters en varias naciones latinoamericanas. En ese sentido destacan los trabajos realizados en el Brasil, Chile y Argentina. Sin embargo, a pesar de los referidos esfuerzos el desarrollo de clusters es aun un proceso incipiente en América Latina y las modalidades de agrupamiento empresarial predominantes son tres básicamente: “cluster de sobrevivencia”, “cluster fordista y/o producción en masa” y “cluster transnacionales” (véase cuadro 4).

Los rasgos fundamentales de estas modalidades de clusters son los siguientes:

I. Los clusters de supervivencia están conformados fundamentalmente por microempresas insertadas en el “sector informal”. Sus características principales son un capital social bajo, competencia destructiva y poca innovación. El mecanismo normal de funcionamiento de la microeconomía se caracteriza por la entrada y salida constante de empresas. Poseen un potencial limitado de desarrollo a mediano y largo plazo.

II. Los clusters fordistas se caracterizan por estar integrados por pequeñas y medianas industrias, cuyo modelo de producción dominante es la producción en masa. La mayoría surgió en la etapa de la industrialización sustitutiva de importaciones y sólo lentamente se adaptan al modelo de especialización flexible, se caracterizan también por el bajo nivel de integración vertical y estrechas relaciones de suministro con las empresas locales. Al mismo tiempo, mantienen un grupo de restricciones que impiden aprovechar con mayor intensidad las ventajas clusters.

III. Los clusters transnacionales son el resultado de modificaciones de las estrategias de empresas transnacionales, especialmente en lo relativo a los mecanismos de aprovisionamiento y a la formación de redes internacionales. Este tipo de cluster es liderado por una gran empresa y no siempre genera las externalidades deseadas.

CUADRO 4:

En general, el enfoque de cadenas y redes, pone de manifiesto la importancia de las políticas económicas para aprovechar la base natural y, a la vez, trascender la fase primaria de producción, así como para lograr una inserción adecuada en el mercado global, aun en medio de los enormes escollos que enfrentan los países subdesarrollados.

El Significado de Clusters industriales en economías incipientes.

Para regiones pobres que buscan industrializarse se necesita que ocurran por lo menos dos cosas: la movilización de recursos locales sin uso (financieros y humanos), y el uso efectivo de estos recursos. En la primera etapa, tanto la movilización como el uso de los recursos, ocurre en pequeños lapsos de tiempo. Aquí es cuando el cluster se torna significativo, debido a que facilita la especialización y la inversión efectiva dando pequeños pasos. Los productores no necesitan adquirir equipamiento para el proceso de producción completo; ellos se pueden concentrar en etapas particulares dejando otras etapas a otros empresarios. Talleres especializados dentro o fuera de la empresa, pueden reparar y mejorar la maquinaria existente, ayudando a reducir las discontinuidades tecnológicas. Además se necesitan montos de capital más pequeños. Más aún los requerimientos de capital de trabajo son afectados por el cluster. Dado que los proveedores especializados de materiales brutos y componentes se encuentran cerca, hay menos necesidad de almacenar inputs. De igual manera, se necesitan pequeños montos de capital humano. La inversión de un productor en habilidades especializadas rinde retornos debido a que otros han invertido en habilidades complementarias. Especialización no implica aislamiento, menos aún cuando actualmente se tienen las tecnologías necesarias para interactuar en forma virtual (Internet) para vender sus productos o servicios. Para completar el argumento, la movilización y el uso de talento empresarial deben ser considerados. Empresarios realmente visionarios con grandes montos de capital y/o voluntad para tomar grandes riesgos son cada vez menos comunes. Los clusters incluyen a los menos excepcionales y más comunes de los empresarios. Esto ocurre debido a que los clusters permiten avanzar tomando riesgos pequeños y calculados. Los pasos son pequeños y libres de riesgo debido a la división del trabajo (enfocándose particularmente sobre aspectos de la capacidad de la manufactura) y a la capacidad, ya comentada, de generar economías externas locales. La acción colectiva también ayuda a reducir el tamaño del salto para empresarios individuales Este énfasis sobre pasos libres de riesgo (Schmitz, 1997) es apoyado por observaciones sobre la estructura industrial en países desarrollados, siendo un rasgo frecuente las “empresas medias perdidas”: algunas grandes empresas al tope y muchas pequeñas empresas al fondo que son incapaces de clasificar dentro de una categoría de mediano tamaño. Ellas no pueden crecer debido a “problemas de información y a otras fallas del mercado asociadas con la provisión financiera, técnica y de apoyo del mercado a las pequeñas empresas” (Levy, 1994). Uno de los más notables aspectos de la mayoría de los casos recientes sobre clusters es que muestra a empresas de todos los tamaños, incluyendo un fuerte segmento medio (por ejemplo, Brautigam, 1997; Knorringa, 1996; Nadvi, 1996; Rabellotti, 1997; Tewari, 1996). Parece ser que los limites de crecimiento enfrentadas por manufactureras individuales de pequeña escala son menos severos en los clusters. En resumen, el argumento es que los clusters facilitan la movilización de recursos humanos y financieros, que reducen la inversión hacia pequeños pasos libres de riesgo, que la empresa de uno crea son un soporte para las otras, que las jerarquías son construidas con pequeñas empresas capaces de avanzar y crecer. Es un proceso en el cual las empresas crean para otras empresas posibilidades (a veces involuntariamente y a veces intencionalmente) para acumular capital humano y habilidades. Probablemente el mejor ejemplo es la industria computacional Taiwanesa que tuvo importancia en el ámbito global, pero que partió como un cluster de pequeñas firmas. Mientras los clusters facilitan esta estrategia, no necesariamente se sigue semejante evolución, por ejemplo, en la revisión de clusters Africanos McCormick (1998) muestra que la acumulación de capital y habilidades permanecen bajas. En su contribución utiliza algo de su material para mostrar que la propuesta de la eficiencia colectiva provee ciertas revelaciones, pero que resultan ser insuficientes. En conclusión, si uno toma seriamente la tarea de entender las trayectorias, que es el proceso que lleva al éxito o al fracaso, es importante distinguir entre incipientes y más avanzadas etapas de industrialización. Ello, aún cuando existe evidencia de que los clusters son particularmente significativos tanto en las etapas incipientes como en las de madurez. Pequeños montos de capital, habilidades y talento empresarial pueden ser incluidos tentativamente. Pero los clusters en general experimentan un crecimiento industrial cuando redes efectivas de comercio los conectan con mercados distantes considerables, cuando el cluster va evolucionando hacia una mayor proporción de valor agregado derivado de las actividades más complejas, sofisticadas y por ende más intensivas en conocimientos especializados y donde la confianza sostiene la relación entre-firmas.